Si existe un consejo que podamos dar sin miedo a equivocarnos es el de llevar el menor peso posible en la mochila. El equipaje del peregrino debe contener lo estrictamente necesario y prepararse teniendo siempre presente la máxima de eliminar todo lo prescindible.

A la hora de preparar la mochila no debemos olvidar nunca que irá con nosotros a todas partes y a lo largo de grandes distancias, entre 15 y 35 kilómetros diarios en función de la forma física y los objetivos marcados. El sobrepeso en la espalda puede ser el mayor enemigo del peregrino, causándole problemas en el Camino, no solo en la espalda sino también en los tobillos y las rodillas.

El consejo que suele darse para el peso de la mochila cargada es que no debe superar el 10% de nuestro peso corporal y, desde luego, si conseguimos que sea peso inferior mucho mejor. El resultado de este cálculo indica que, en general, lo ideal sería un peso estimado de entre 5/6 kilos para las mujeres y 7/8 kilos para los hombres, algo que el futuro peregrino debe comprender de forma práctica, saliendo a entrenarse las semanas anteriores al inicio de su Camino con el peso completo que desea llevar.

Para empezar es importante que al elegir el modelo de mochila, sin olvidar  que cuanto mayor sea su tamaño más cosas tenderemos a llevar con nosotros, por eso una mochila pequeña o no muy grande es ya un buen inicio. Así, teniendo en cuenta la distancia a recorrer, la época del año y el cuerpo podrá variar entre 35 y 60 litros. Es importante que la mochila sea ligera y anatómica, preferiblemente con acolchados, bolsillos laterales y sujeción a las caderas.

A partir de ahí empezamos a prepararla… y lo haremos siempre teniendo en cuenta que el peso esté bien distribuido para que la mochila se mantenga equilibrada.

¿Cómo saber qué llevar? Lo mejor es pensar siempre en lo imprescindible, aquello sobre lo que no dudamos, dicho de otro modo, cuando tenemos dudas sobre si llevar algo o no, normalmente significa que es algo de lo que podríamos prescindir. Lo que nos hace pensar que “tal vez” lo necesitaremos siempre se puede dejar para, en caso necesario, adquirirlo en el Camino.

Lo primero es elegir un saco de dormir lo más ligero y menos pesado posible, algo que hoy día es posible gracias a los nuevos materiales. Junto al saco la esterilla aislante, que suele tener para los peregrinos múltiples usos en el Camino, desde para dormir la siesta, a reposar los pies o, incluso, servir como almohada.

Fundamental llevar un sombrero o gorra, preferiblemente con visera o alas para protegerse del sol o de la lluvia según la época del año.

También es importante llevar gafas de sol y un pañuelo para cuello o una muñequera de tela o toalla que puedan ser utilizados para refrescarse con agua y limpiar el polvo y sudor de la cara.

Las camisetas y una prenda de abrigo –jersey o polar- serán térmicas o no en función de la época del año y deben ser elegidas siempre teniendo en mente su peso, el espacio que requieren para cargarlas y la facilidad con que su material puede secarse cuando lo lavemos (el algodón 100% tarda más en secar que muchos nuevos materiales).

Es fundamental llevar dos pares de pantalones, uno el puesto para caminar, corto o largo según época del año, o desmontable, y un segundo de repuesto y para llevar al final de la etapa y durante los viajes del inicio y fin de Camino.

No olvidéis un poncho para la lluvia que cubra la mochila, no importa la época. ¡En Galicia sabemos que puede ser necesario todo el año! Si se peregrina en invierno deberá ser de abrigo y cortavientos, mientras que en épocas más cálidas podría ser simplemente un chubasquero de plástico que ocupe el menor espacio posible y apenas pese en la mochila.

Los calcetines son un tema complejo. Hay quien defiende que los 100% algodón facilitan la transpiración e impiden las ampollas, pero requieren más tiempo de secado. Otra posibilidad es optar por los nuevos materiales que ofrecen las tiendas especializadas. En cuanto al número de pares, el mínimo es 2 pero 3 e incluso 4 es una buena opción, pues muchas veces tendremos que mudarlos más de una vez al día si sentimos mucha humedad en nuestros pies. No debemos olvidar nunca que es esencial mantener secos los pies para evitar la aparición de ampollas.

Respecto a la ropa interior, podría bastar con 3 prendas o mudas, con las mismas recomendaciones sobre su material que para camisetas y calcetines. En este caso existe además la opción de «braguitas de papel», que ocupan poco, apenas pesan y son desechables.

Respecto al calzado, las botas, sandalias o calzado de trekking cuentan con una enorme variedad en la actualidad. Algunos siguen defendiendo las botas que llegan a rodear el tobillo, evitando esguinces y torceduras, pero cada vez hay más defensores de las modernas sandalias que facilitan la transpiración. El consejo más importante es que se trate de un calzado que ha sido utilizado en el entrenamiento, otras peregrinaciones o caminatas lo suficiente como para no encontrarnos con sorpresas en el Camino. Es fundamental que antes de llevarlas al camino tengamos ya la experiencia de que, tras recorrer largas distancias, no producen rozaduras ni requeman los pies.

Junto al calzado para el Camino, en la mochila son imprescindibles las chanclas para la ducha y para utilizar al finalizar la etapa. Un consejo para elegirlas es tener en cuenta si, según el período del año, será necesario utilizar calcetines, ya que las de dedo no permiten su uso.

Es imprescindible llevar un neceser pero debe ser lo más básico posible. Además de los productos para la higiene personal, si es posible, debe contar con un pequeño botiquín que tenga en cuenta posibles heridas, rozaduras y ampollas, por eso además del alcohol o el Betadine debería estar presente gasa, esparadrapo, tiritas y aguja e hilo para la cura de las ampollas. Otro elemento a tener en cuenta es el sol: no debe faltar la protección sola.

Respecto a las medicinas, quienes requieran de algún tipo de medicación deben llevarla para todo el recorrido y los alérgicos no deben olvidar sus antihistamínicos.

Recomendamos también llevar algo para escribir, notas prácticas o impresiones personales, un cuaderno de notas y bolígrafo, o su versión más tecnológica como la tablet. La tecnología en el Camino es una decisión personal.

Y claro, ¡no olvidarse de la documentación! El Documento de Identidad y cartilla de la Seguridad Social o aseguración médica.

Es también práctico disponer de una navaja multiusos, una linterna, un mechero y un vaso de aluminio u hojalata.

Respecto a la comida, en la mochila pueden ir siempre algunos frutos secos o chocolate para emergencias.

Y para finalizar el célebre bordón o los stikers. Puede ser un apoyo importante que ayude a frenar y no forzar en los descensos, a liberar el camino de maleza… Lo importante es su altura, se recomienda que, al menos, tenga la altura de quien lo porta.

En el caso de los peregrinos que realicen su camino en bicicleta hay que añadir varios elementos para el mantenimiento y reparaciones que puedan presentarse en el Camino, algo que no resulta tan problemático ya que las alforjas bilaterales de la bici pueden cargarse más que la mochila.

Entre los elementos que las guías específicas suelen señalar figuran las cámaras, es recomendable llevar dos o tres repuesto y saber cambiarlas; parches para pinchazos e incluso un trozo de cubierta para, en caso de reventón aplicarlo como solución de emergencia hasta poder cambiarla; llaves de radio; una bomba de aire; útiles de limpieza y engrase y zapatas de freno. Y no olvidar un candado para la bicicleta.

Asimismo, muchas de las prendas de vestir son específicas: no deben faltar los guantes, el casco sustituye a la gorra y los maillots, culotes y zapatillas deben ser especializados. Respecto al calzado hacemos la misma recomendación que para los caminantes: haber rodado mucho con el que se vaya a utilizar en el Camino.