Paz y bien: a la vera del camino ya no se oye el pálpito del paso de los peregrinos, pero las flores silvestres que brotan enamoradas de la primavera, guardan memoria de esos pasos que han cambiado el curso de la historia, esos mismos pasos que volverán a abrir senderos de humanidad solidaria.

Y en el silencio de estos tiempos de parada y fonda forzosa, recuperando fuerzas para seguir adelante en el camino de la vida (una vida construida como se descubre que ha de ser en el Camino de Santiago: sobre cimientos de amor, de bondad, de compasión, de honradez… en definitiva, con gran sentido de pertenencia a la gran familia de la Humanidad), siento y canto la sinfonía de la vida en el idioma del Camino…

Que en el camino de la vida no pierdas de vista las flechas amarillas que te indican la dirección correcta.

Que no veas en las piedras de los senderos de la vida obstáculos insuperables, sino estímulos para avanzar.

Que seas capaz de caminar aún en medio de la oscuridad de la noche siguiendo el tenue rastro de las estrellas.

Que cada día te dispongas a recibir la nueva jornada como una oportunidad más para crecer en amor solidario.

Que en los momentos de sed de sentido no desesperes a la espera de encontrar un manantial que sacie tu necesidad.

Que en cada peregrino del camino de la vida contemples no a un rival, sino a un compañero de fatigas.

Que a cada momento de la travesía vital puedas encontrar motivos para el agradecimiento.

Y que, llegado al final del camino de la vida (que es un nuevo nacimiento), el amor te abrace eternamente.

Se feliz, y haz felices a los demás, solo entonces habrás llegado a la meta… a la plenitud del Amor.

Ultreia e Suseia (más allá y hacia lo alto). Buen Camino!

 

 

Fr. Paco Castro Miramontes.

Franciscano y peregrino.

Sta. María a Real do Cebreiro.