A pocos kilómetros de Compostela se encuentra el mítico “Monte Gaudii” o Monte do Gozo, cuyo nombre se refiere a la alegría que los peregrinos vivían en ese lugar: el primero desde el que podían verse a lo lejos las torres de la catedral de Santiago y, por ello, sentir que tras su duro esfuerzo habían alcanzado su meta.

En la Edad Media la llegada a la cima del monte constituía para los peregrinos un momento tan importante como la entrada en la catedral y tumba de Santiago, pues al vislumbrar la ciudad el peregrino podía sentir finalmente que había logrado su objetivo, dejando atrás meses de peligros y dificultades. Esta experiencia no era exclusiva de Compostela, de hecho el nombres similares como “Monte Gaudio” o “Manjoya”, se repiten en las colinas y montes que rodean a otros santuarios de peregrinación medievales como Oviedo o Roma, señalando que se trataba del primer lugar desde el que se podía vislumbrar la meta.

Para comprender lo que ese momento significaba en el pasado, hay que pensar en que las penurias y peligros que un peregrino medieval debía enfrentar eran tales que, con frecuencia, al abandonar su casa dictaban testamento por si no llegaban a regresar. No exageramos, basta recordar que todavía 50 años atrás la nieve dejaba puertos como el de O Cebreiro aislados durante meses; además a través de los relatos de peregrinos de otros siglos, sabemos que los bandoleros acechaban en muchos puntos y, por la historia y los registros de hospitales y cementerios de peregrinos, que la peste y otras plagas se extendían con facilidad por las rutas de peregrinación.

Entre las tradiciones ligadas a este lugar y al momento de vislumbrar la meta de la peregrinación, existe una muy antigua según la que cuando un grupo de peregrinos alcanzaba este lugar, aquél que primero llegase a ver las torres de la catedral era nombrado “Rey” y así llamado y reconocido por sus compañeros.

La importancia del lugar fue subrayada por el más famoso de los arzobispos de Santiago, Diego Gelmírez, quien en torno a 1105 ordenó construir en este lugar la iglesia de la Santa Cruz, cuya consagración dio lugar a una impresionante procesión del clero de Compostela recogida en la Historia Compostelana. La procesión citada tuvo lugar el día de san Marcos y probablemente la capilla actual se dispone en el lugar donde originalmente se alzaba la iglesia.

Los peregrinos que atravesaban el Monte do Gozo, en su descenso hacia Compostela visitaban también la iglesia de San Lorenzo, en la que según la leyenda se conservaba el cuerpo  de un peregrino muerto en el Camino y al que Santiago habría ayudado a llegar a este lugar. Se trata del peregrino que protagoniza uno de los milagros de Santiago recogidos en el Códice Calixtino, milagro que recuerda y exalta la solidaridad entre peregrinos, pues Santiago habría ayudado no sólo al peregrino muerto sino también al único de sus compañeros que se quedó junto a él para socorrerlo.

A pesar de que la altura del monte es escasa, de tan sólo 379 metros, todavía hoy es posible divisar desde él las torres de la catedral compostelana. En el mejor lugar para hacerlo el peregrino actual dispone de un mirador privilegiado, en el que desde 1993 se dispone la escultura de dos peregrinos que señalan la catedral y muestran en sus gestos el júbilo que según la tradición y relatos vivieron siempre los peregrinos en este lugar. Existe además un gran complejo de servicios creado en las faldas del emblemático monte, complejo que ha hecho posible para muchos peregrinos descansar allí una noche o incluso permanecer varias jornadas, permitiendo que visiten la ciudad durante el día y regresando durante la noche a un ambiente de peregrinos similar al del Camino.