Manuel F. Rodríguez es periodista e investigador. Reciente Premio Internacional Aymeric Picaud, su vida es un buen ejemplo de dedicación al Camino de Santiago, desde su producción intelectual, su trabajo en el Xacobeo de la Xunta de Galicia –especialmente vinculado a las Asociaciones de Peregrinos- y como peregrino, pero también ha dedicado una particular atención a la investigación. Acaba de recorrer el Camino Primitivo, sobre el que hemos querido hablar con él.

-Acabas de recorrer el Camino Primitivo, una elección nada fácil: un Camino duro al final del covid-19 y comenzando ya el clima del otoño… ¿Por qué ahora el Primitivo?

Tenía previsto hacerlo por primera vez en 2020, pero, lógicamente, la pandemia me lo impidió. Procuro ir al Camino a comienzos de la primavera o en otoño. Y lo hice no por ser la hipotética ruta del supuesto primer peregrino a Santiago, el rey Alfonso II el Casto. Lo hice por ser una ruta que seguían los peregrinos europeos que al ir o al volver de Santiago visitaban la Arca Santa de la ciudad de Oviedo. A mí me mueve la huella peregrina por los caminos trascendentes del pasado. Su sentido antropológico de espiritualidad. No tiene que ver en mi caso con la religiosidad, aunque estimo la convivencia con ella y sus símbolos, pues son parte del itinerario.

 -Eres un peregrino experimentado, con muchos caminos recorridos pero también con mucho conocimiento teórico sobre ellos, ¿cambia algo conocer bien la historia y el trazado a la hora de planificar el Camino?, ¿facilita o por el contrario quita un poco de misterio o sorpresa?

Hace tiempo que sostengo que en materia de Camino de Santiago, a más conocimiento, menos ocultación, y, por tanto, más misterio en plenitud. A mí me mueve la trasparencia inaprensible del misterio. A poco que se estudie con cierto sentido crítico y amplio, o sea, penetrando en su dimensión histórica europea y en los complejísimos motivos de la misma, el Camino de Santiago se muestra como el maravilloso cofre del misterio.

-El Camino Primitivo… ¿qué has encontrado?

Como no pretendía encontrar nada, he encontrado. Perdón por la frasecita. No idealizo nunca el Camino. Lo realizo por lo que representa de experiencia singular en comunión con los pasos del pasado. Pasos cargados de los anhelos, pérdidas, emociones y fe de quienes nos precedieron. Eso es para mí el Camino. No conozco ninguna otra ruta histórica, más o menos definida, con esa carga. Otra cosa, es lo que contiene esa carga. Yo no soy capaz de concretarla en palabras.

-El Camino al final de la pandemia… ¿cómo lo has encontrado?, ¿qué marcas, normas y cambios ha dejado el covid-19 en el Camino?

He visto una ruta muy semejante a la previa a la pandemia en todos los sentidos. Por supuesto, había que cumplir las normas contra la covid-19, sobre todo en los albergues, pero eso no impedía hacer una vida casi normal.

-Tras la reapertura del Camino he entrevistado a muchos peregrinos, aunque todos disfrutaron del regreso, algunos veteranos se lamentaban de la pérdida temporal de las cenas comunitarias y de la menor presencia de extranjeros. En octubre 2021: ¿se han recuperado los encuentros de grupo?, ¿vuelve a estar presente la multiculturalidad?

En octubre, y al menos en el Primitivo, no ha sido así. Coincidí con bastantes extranjeros. No me atrevería a establecer un porcentaje, pero quizá representarían un 40 o 50 por ciento. Y también participé en cenas comunitarias. Recuerdo con especial cariño la que nos ofreció David, hospitalero de Bodenaya, a los peregrinos que esa tarde-noche coincidimos en su casa. También recuerdo, con anterioridad, el desayuno colectivo en el albergue de Grado, gestionado por la Fraternidad Internacional del Camino y atendido por esos días por dos muy amables hospitaleras voluntarias norteamericanas. Así que mi experiencia en ese sentido fue de grata normalidad.

-Y el regreso al trabajo, a lo hecho y a lo que queda por hacer, como peregrino y como especialista del Camino: ¿qué propondrías a las instituciones y asociaciones?, ¿qué queda por hacer en el Camino?, ¿qué por proteger o corregir?

Para mí lo más preocupante es que se llene cada vez más de todo lo innecesario y se olvide o se ignore lo básico. Sería largo entrar en detalles. Si haces el Camino con cierta experiencia creo que tienes claro lo que en él hay de sustancial y de superfluo. Lo digo porque considero que a las instituciones les cuesta entender -o admitir- el sentido profundo, mistérico, del Camino, y eso produce, sin duda, desajustes. Defiendo una ruta jacobea como recurso socio-económico estable para las gentes y territorios por los que transita. Pero justo por eso sería preciso extremar la sensibilidad y no arrinconar sus lecciones históricas, esas que lo han hecho renacer en el presente.

-En fin, tus proyectos y planes: ¿en qué estás trabajando?, ¿algún proyecto de investigación, literario, de recorrer nuevas rutas…?

Siempre estoy con cosas. Ahora mismo preparo la nueva edición de mi guía Santiago de Compostela para los peregrinos. Su objetivo es que los caminantes actuales que lo deseen descubran y vivan las huellas de los caminantes del pasado por la urbe-meta del Camino y su catedral.