Mario Clavell, catalán residente en Santiago desde hace décadas, es una de las personas más implicadas en la actual revitalización de las peregrinaciones a Santiago, peregrino, escritor y profesor muy activo en la defensa, estudio y promoción del Camino de Santiago así como en el asociacionismo jacobeo. Acaba de publicar un nuevo libro sobre el Camino, un libro que une sus conocimientos a su propia experiencia como peregrino después de los 60 años, es decir, como “caracol” o peregrino un poco más lento…

-Comenzamos por el título de tu libro, Los caracoles también llegan a Santiago, ¿esos caracoles serían solamente los peregrinos de más edad o extiendes el término a un modo más lento de peregrinar?

Mi título tiene un doble significado, por un lado alude a peregrinos de más de sesenta años, yo me intereso en el libro por ellos y por mí mismo, puesto que ya tengo 78 años y he peregrinado más de dos veces desde Roncesvalles teniendo más de sesenta.

Pero tiene un segundo significado, el de los caracoles como aquellos que se ven obligados a avanzar más despacio hacia Santiago, por tramos o diversos años debido al hecho de que no siempre hay una disponibilidad de tiempo o el dinero suficiente para abordar un Camino de 800 kilómetros. Por otro lado, sea por el tema de la edad o por las capacidades físicas de cada uno, algunos peregrinos se ven obligados a fragmentar más su Camino porque no pueden abordar etapas largas. Si tenemos en cuenta todos estos aspectos, los caracoles que llegan a Santiago no son sólo los mayores de sesenta años.

-En el libro compartes con los lectores muchas reflexiones y vivencias personales, ¿qué motivación te movió?, ¿por qué decidiste convertirlas en un libro?

Yo participo de una antología, de la idea de que aquello que ha sido un bien para uno de algún modo pide u obliga moralmente a compartirlo, a difundirlo. En este sentido mi libro surge desde ese género de literatura del Camino -testimonial, odepórica- que busca un enfoque o perfil personal que particular y, a la vez, tocar o a despertar los recuerdos de peregrinación de los demás o motivar a otros peregrinos a recorrerlo.

-El libro está dividido en tres secciones, las dos primeras partes tienen un carácter casi de itinerario de peregrinación…

Sí, son dos itinerarios o peregrinaciones que hice, muy marcados por testimonios de peregrinos encontrados, citas y frases, recuerdos de encuentros personales y también algunas reflexiones personales. Porque el libro es en parte narrativo-descriptico y en parte reflexivo, aunque ese aspecto está sobre todo en la tercera parte.

La primera peregrinación que incluyo la comencé en torno al año 1999 y la terminé en 2004. Fue una peregrinación que hice con uno de mis hermanos y tres personas más, casi siempre en invierno. Tuvimos días muy fríos, a veces bajo cero, con escarcha, pero otras veces no, era más tibio, aunque sí tenía esa específica emoción que da el invierno: encuentros con gente interesante, árboles desnudos, cielos despejados, gorjeos de pájaros en las zarzas… Una naturaleza descubierta que, junto con la experiencia interior, es un descubrimiento muy relevante para los urbanitas como yo.

La segunda de esas peregrinaciones empieza en 2012, ya en abril, con un paisaje muy diferente, en Navarra, Rioja, pero también en la Meseta, con el verde de los campos que han germinado, el despertar después del invierno… Todo eso suscita vivencias particulares, como las experiencias interiores, las largas conversaciones, el tiempo para la reflexión y la oración, las canciones, los recuerdos de infancia… El mundo jacobeo abre portillos y ventanas a la memoria, también al repaso de conocimientos.

-Nos decías que la tercera parte es la más reflexiva, parte que subtitulas “el caracol llega a Compostela”

Sí, en ella describo la ciudad jacobea, lo que ocurre en la llegada, el afterway. Me interesa mucho reflexionar sobre qué queda, qué se dice, la duración que finalmente tienen las emociones y experiencias le Camino. Algunas poca, otras son duraderas, por ejemplo, siempre hay amistades que se consolidan y mantienen. De hecho, ahora, con la pandemia, hay amigos del Camino que me escriben desde muchos países interesándose por mí.

-Pero tú eres un caracol particular, compostelano…

Llego también a casa, es cierto. Cuando llego desempaqueto la mochila en mi casa y duermo allí, pero luego voy a la misa del peregrino, con frecuencia a Casa Manolo para reencontrarme allí también con peregrinos del Camino…

-Tu libro sale en medio del confinamiento, un buen momento para leerlo, sobre todo porque podemos comprarlo en Amazon, ¿qué estas leyendo tú en este período?

En estos días de confinamiento estoy releyendo libros de peregrinos análogos al mío, libros de largo recorrido, la mayoría de peregrinos que han estado en el camino varios meses. Reconozco que ellos han tenido mucho más tiempo y que resolver problemas más serios como ampollas y tendinitis con más dolor, dificultades de abastecimiento… Creo que descubro que se alcanzan reflexiones más hondas cuando el recorrido es más largo, por ejemplo, desde Le Puy, Roma… Pero en el resultado final también influyen las lecturas y conocimientos de los autores.

-Me dices que eres un caracol de 78 años y medio, ¿volverás a peregrinar?

Mi espalda se resiste a pensarlo, sólo lo podría hacer con transporte de mochila y no demasiados días, pero voy a veces a caminar algunas etapas sueltas que son gratificantes… El purismo del largo Camino se cura con la edad, los que ironizábamos sobre el transporte de mochila hemos acabado acudiendo a Correos, Camino Fácil, Jacotrans… ¡y teniendo que agradecerlo!

Es mi caso personal, muchos a mi edad pueden todavía recorrer el Camino. Conozco a mucha gente que no tiene problemas, por ejemplo, recuerdo a un holandés que encontré en el Camino con 90 años y una buena amiga de Madrid, con mi misma edad lo recorre cada año desde los Pirineos.