La “Compostela” es el documento expedido por la Oficina del Peregrino de la catedral de Santiago que acredita el haber realizado una peregrinación.

Desde el origen de las peregrinaciones a Santiago, en el siglo IX o incluso antes, diferentes razones sociales y religiosas habrían llevado a los peregrinos a solicitar una acreditación de su cumplimiento. Al inicio, insignias de peregrinación como la concha-vieira hicieron esa función. Eran vendidas en torno a la catedral, por lo que su adquisición servía como prueba de peregrinación cumplida, sin embargo, la picaresca multiplicó pronto los lugares de venta de las insignias e hizo evidente la facilidad con que ese tipo de pruebas podían ser falsificadas.

A pesar de que la catedral de Santiago y el Papado intentaron luchar contra las falsificaciones, llegando a expedir una bula por la que se condenaba a la excomunión a los falsificadores, finalmente optaron por la creación de un documento: las llamadas cartas probatorias, cuyos ejemplos más antiguos conservados datan del siglo XIII.

A lo largo de los siglos, la importancia del documento que probaba el haber finalizado una peregrinación a Santiago fue en aumento, sobre todo a partir de la creación por los Reyes Católicos del Hospital Real de Santiago. Ese hospital de peregrinos –mezcla de albergue y hospital- permitía a quienes mostrasen su Compostela hospedarse gratuitamente durante tres días. Todavía hoy, el edificio renacentista, convertido en parador turístico de lujo y conocido como Hostal de los Reyes Católicos, recuerda su tradición de hospitalidad ofreciendo comidas gratis a los primeros peregrinos que cada día que se presentan con la “Compostela”.

En la actualidad, la catedral de Santiago continúa expidiendo el certificado de la “Compostela” a todos aquellos que han completado una peregrinación por motivos religioso y/o espiritual, ya sea caminando, en bicicleta o a caballo. Dicha peregrinación debe, además, incluir como mínimo los últimos 100 kilómetros, en el caso de haberla realizado a pie o a caballo, o los 200 últimos si se ha realizado en bicicleta. Para demostrar que, efectivamente, se cumplen estos requisitos, el peregrino que la solicita debe mostrar su credencial convenientemente sellada –al menos 2 veces al día- a lo largo de los tramos referidos.

Respecto a los niños, que siempre en mayor número peregrinan con sus padres o en grupos, el cabildo de la catedral ha establecido que podrán recibirla si han realizado la Comunión o tienen la capacidad de comprender la naturaleza espiritual de la peregrinación.