Reflexiones sobre el Camino desde el Confinamiento: Oihana Trojaola

El Camino está en cuarentena y se prepara para recibirnos en un futuro. Cuando regresemos a él, daremos gracias de que esta situación que estamos viviendo, no sólo en España o Irlanda sino a nivel mundial, haya acabado. Esas fueron algunas palabras de la bendición peregrina que nos dio en directo el pasado 28 de marzo el Padre Eugene a través de la web desde la iglesia de Santiago de Dublín.

Hay que mantener el Camino vivo de alguna manera. Me mantengo activa físicamente, mentalmente, espiritualmente y emocionalmente en estos momentos de pandemia, mientras vivo el Camino de diferentes formas.

1.- Por redes sociales. La red de peregrinos es internacional, intercultural y multilingüe. Al principio hicimos seguimiento y ayudamos a muchos peregrinos que estando en el Camino, deberían de regresar inmediatamente a casa. Muchos tuvieron que dar casi media vuelta a España y al mundo para poder llegar a sus hogares. Nos volvimos expertos en buscar información actualizada de todo tipo de transporte. Así mismo ayudamos y orientamos a los que iban a iniciar su peregrinación y confundidos no sabían si posponer o no sus viajes.

Son muchos los peregrinos que estamos compartiendo fotos, vídeos e información para hacer el “Camino desde casa”. Los peregrinos somos embajadores del Camino, así que los que ya hemos ido, seguimos colaborando con los que aun no lo han hecho o con aquellos que han debido posponer su peregrinación. Nos apoyamos entre todos con mensajes de aliento, oraciones y sobre todo palabras de ánimo para seguir adelante.

2.- Peregrinación dentro de casa. Mi habitación está en la segunda planta de casa, lo que  me permite subir y bajar escalones sin salir a la calle. La ruta al salir de mi habitación ya me la conozco tan bien como algunas otras rutas del Camino. Unos días la hago con  la mochila al hombro y otros voy con la cesta de la ropa sucia.

Comienzo mi ruta con tres escalones de calentamiento, una curva con estiramiento de dos pasos, once escalones de bajada para llegar a la primera planta, una curva que debo tener cuidado por el cruce con mis compañeros con los que convivo porque no tengo barreras de paso a nivel en casa, otros tres escalones más y los últimos once para llegar a la planta baja para un total de veintiocho escalones.  Me organizo mi ruta diaria, mínimo veinte veces, osea más de mil escalones. Hay quienes me dicen que si bajo veinte veces y subo otras veinte es como si no hubiese hecho nada, pero mis piernas no opinan lo mismo, sobre todo cuando me dan ganas de ir al baño y subo corriendo porque no hay árboles entre las escaleras.

3.- En el jardín de casa. Si hace buen día, me voy al rincón peregrino que tengo en casa donde tengo una concha hecha con pallets que me hizo mi padre en navidades del 2018, un rincón especial con botas peregrinas y conchas del camino. Allí me siento a leer un libro, a comerme una fruta o un bocadillo, a escribir en mi diario, a escuchar y ver a los pajaritos, a contactar con mis amistades peregrinas que tengo regadas por el mundo pero que gracias a la tecnología puedo hablar con ellas como si estuviesen a mi lado, a pensar o simplemente a desconectar por un ratito para conectarme conmigo misma espiritualmente.

4.- Peregrinando en mi pueblo. Me voy a hacer la compra con la mochila que siempre utilizo en el Camino y me llevo el bastón peregrino que alguna vez utilizo para marcar la distancia social de los dos metros que aconsejan en irlanda. Cuando me ven pasar me preguntan si voy de paseo y yo les digo que voy de peregrinación a hacer la comprar.

Me hace ilusión caminar con la mochila al hombro y sentirme en el Camino. Hay poco tráfico y menos gente por la calle. La naturaleza también se ha dado cuenta y los animales se pasean tranquilamente. Se escuchan más pájaros, veo a más ardillas trepando por los árboles, algún zorro despistado que me asusta cuando salta al pensar que le haré daño o varios conejos que se preparan para la pascua.

Lleno mi mochila de cosas que realmente necesito. El Camino  me ha enseñado a cargar lo “indispensable” y dejar los “por si acaso”.  No compro  extras porque planifico bien lo que necesitaré de comida en las próximas dos semanas, ya que he organizado un calendario de menú peregrino y lo llevo bastante bien. A veces pasa algún amigo por casa o algún vecino y me regala un trozo de pastel que cocinó con los niños, un pan recién horneado, incluso alguna fruta o verdura de su jardín; lo que me trae recuerdos de la solidaridad y amabilidad que he vivo en el Camino.

El Camino no se ha ido, nos espera incondicionalmente y en silencio para seguir grabando en sus recuerdos las experiencias vividas de todos los que formamos la familia peregrina. De momento yo me he amoldado y lo vivo de otra manera con mucha ilusión.

Que Santiago ilumine y guíe a todos los que luchan incondicionalmente exponiendo sus vidas para ayudar a aquellos que necesitan apoyo en este momento y les de fuerza a los que están luchando por ganar la batalla.

Buen Camino !

Oihana

Peregrina, Voluntaria de ACC y Voluntaria de Camino Society Ireland

@otcamino