Bryan entró a trabajar en la Sociedad de Esclerosis Múltiple de Irlanda en 1990 y fue allí donde conoció el Camino de Santiago. Miembros de la asociación caminaban con el objetivo de recoger fondos y así llegó al Camino en 1993, en aquel momento Bryan estaba estudiando español e interesado en España y decidió participar.

Los caminos que organizaba la asociación eran particulares. Comenzaban en Saint-Jean-Pied-de-Port pero sólo caminaban diez días, hacían diez etapas saltando algunos tramos. Caminaban en grupo y al final de cada etapa les recogían y les llevaban al hotel. La experiencia fue muy buena, le encantó, y como trabajó con la asociación 25 años y decidió repetir la experiencia muchas veces, en total cree que caminó con ellos unas 14 o 15 veces de ese modo.

Ahora hay muchas organizaciones que tienen programas similares, pero en aquel tiempo nadie más hacía el Camino de Santiago para apoyar una causa como ellos. Recuerda que la gente de su organización había comenzado con el proyecto de recorrer el Camino tras leer un libro que Bert Slader publicó en los años 80, el autor hablaba de su experiencia en el Camino y a la gente de la organización le interesó mucho -incluso hablaron con él sobre su experiencia- y les pareció una buena idea para la asociación.

En el año 2000 Bryan hizo el Camino Francés por su cuenta, fue una experiencia extraña porque conocía muy bien algunos tramos pero otros eran completamente nuevos. Por fin pudo cubrir los “agujeros”, conocer todo aquello que solían saltarse. Caminó 33 días y le gustó mucho la experiencia, ir por su cuenta, conocer gente, dormir en albergues…

Continuó trabajando con su organización y participando en su proyecto del Camino pero en 2012 volvió a caminar sólo, esta vez la Vía de la Plata desde Sevilla, y la experiencia volvió a ser muy buena. Cuando caminaba así, solo, por decisión propia, cree que lo hacía por su cabeza, por la paz que siempre encuentra en el Camino, pero también había y hay algo de desafío y, ciertamente, un interés por España, por conocer y descubrir, y también por fotografiar, le gusta mucho hacer fotos.

Posteriormente, en 2014, recorrió por su cuenta el Camino del Norte desde Irún, el Camino de San Salvador y el Primitivo desde Oviedo, ha recorrido el Camino Primitivo 4 veces, ahora acaba de llegar del Primitivo, de su cuarto Primitivo, con Mary. A Bryan le falta por recorrer el Camino Portugués, cree que lo hará, desde luego sabe que volverá al Camino y que este no será el último.

Bryan piensa que continuará caminando siempre, es un buen desafío el de caminar, le permite estar en contacto con muchas cosas que le gustan, como la naturaleza, pero también cree que España es ya parte de su vida, lo es desde 1993. Eso sí, la experiencia cambia con los años y también cree que lo ha cambiado a él, piensa que el Camino es bueno para la autoestima y que de algún modo cambia a quien lo hace. También hay un aspecto espiritual, recuerda que al principio cuando llegaba al Obradoiro se emocionaba, existía esa emoción, un aspecto que no es religioso pero sí espiritual, algo que sentía y a veces siente en Santiago, porque para él el final del Santiago, no continua hasta Fisterra. También le gusta recoger la Compostela, él la recoge siempre, tiene una colección, cree que tal vez le interesa por su interés por la historia.

Después de sus caminos, cuando llega a casa, siente que las personas que le rodean no quieren o no pueden comprender su experiencia, pero no necesita hablar demasiado de ellos, sabe que volverá al Camino y la experiencia será posible otra vez. Cree que caminará siempre, cada año, espera que toda su vida.

Bryan y Mary critican un poco el confort de algunos, el taxi, las facilidades… Creen que se puede perder un poco el valor la experiencia, no es lo mismo caminar como peregrino que una experiencia de turismo caminando. De hecho, los dos acaban de vivir una experiencia bastante dura ya que, a pesar de ser primavera, el tiempo fue malo y en el Camino Primitivo tuvieron días de nieve.

Mary conoció a Bryan y el Camino a través del proyecto de la Sociedad de Esclerosis Múltiple de Irlanda. Leyó un artículo en el periódico sobre el trabajo que hacían y su proyecto en el Camino, ella quería colaborar y decidió caminar con ellos. Su primer Camino fue en 2004 con esta organización. Para ella la experiencia supuso un cambio vital, fue tan importante que supuso un cambio de vida. Durante aquellas dos semanas salió de su mundo, de su vida cotidiana, para vivir algo completamente diferente: estaba en un entorno en el que ella era anónima, sin su familia en torno, sin nadie que la conociese, atravesando pueblos y aldeas muy pequeños… Amó todo aquello, todo lo que encontró.

El mundo de Mary es la música, es cantante y también toca instrumentos y en ese Camino encontró a un grupo de irlandeses fantásticos que también cantaban y tocaban hasta muy tarde todas las noches… Pero, a la vez, la experiencia supuso una cura de humildad porque caminaban por una causa grave y no podían olvidarlo, muchos de los que caminaban lo hacían porque convivían con el problema, con parejas, hijos, amigos que vivían o habían vivido con esclerosis múltiple y, por ello, no podías estar quejándote por cualquier cosa, por tener ampollas… Por eso había también un elemento muy emotivo. Realmente, la verdadera dificultad era conseguir el dinero, no caminar.

Mary ha repetido varias veces la experiencia con la organización, en alguna ocasión participó también su propia hermana. Fue siempre una experiencia muy positiva, hizo buenas amistades en la organización, podían sentir el apoyo de mucha gente en Irlanda, eran seguidos y apoyados por ellos desde las redes sociales… Ahora, en 2019, este ha sido su primer Camino sin la organización, su primera vez en albergues… y nada menos que el Camino Primitivo.

Quería vivir una experiencia así, sin grupo, conocía bien a Bryan y sabía que podían caminar juntos de modos que decidió hacerlo. La experiencias fue maravillosa, le gustó la paz, la calma y también la experiencia de los albergues. Fue una suerte que su amigo pueda hablar español, les permitió comunicarse con todo, estar con todos, además él le hizo de guía, era como su enciclopedia.

El año pasado Mary perdió a su madre, murió tras un largo tiempo en el que ella se dedicó a cuidarla, dos o tres años cuidándola y sin tiempo para nada. Era un buen momento para el Camino y, ante la pregunta de cómo se siente ahora, después del Camino, la respuesta que le viene a la cabeza es: planeando el próximo. Eso sí, reconoce que se siente cansada, ha caminado unas diez horas al día, pero mucho de ese tiempo transcurría entre conversaciones profundas, muy personales, y así la experiencia fue muy positiva.

Mary también recoge la Compostela al final de sus caminos, para ella es la culminación de su experiencia.  Y cuando regresa a casa recomienda hacer el Camino a todos sus amigos, mañana mismo algunos comienzan a caminar en Sarria. Se siente ligada al Camino por muchas razones, ella es de Galway y su tierra tiene una importante relación histórica con España y con Galicia, existe una importante conexión, un arco… Muchos españoles tras hundirse las naves de la Armada Invencible permanecieron en aquellas tierras y de algún modo existe un vínculo entre sus habitantes y España. Además cree que la peregrinación está muy ligada a Irlanda, es parte de su historia, y los irlandeses son personas del campo y caminantes.