Mi contacto con el Camino de Santiago fue circunstancial. Un día mientras navegaba por internet, me topé con un video que hablaba de ese maravilloso recorrido y enseguida me atrapó. No tuve duda de que, en algún momento, la vida me llevaría hasta ese lugar. A partir de ese momento, comencé a devorar toda la información posible. Vi películas y documentales, compré libros, leí blogs, etc., etc.

 

Después de alrededor de dos años de preparación, a mediados de mayo del 2018 renuncié a mi trabajo, en el que ya tenía 12 años, para embarcarme en esta travesía. Me habría encantado que mi esposa me acompañara, pero ella me dijo que era un viaje que necesitaba hacer solo. Así que el 23 de mayo tomé un avión rumbo a Europa llevando conmigo solo los 6 kilos de equipaje que cargaba en la mochila sujeta a la espalda. El recuerdo de aquel 24 de mayo en el que llegué a Saint Jean Pied de Port aún se mantiene fresco en mi memoria.

 

Después de un día de descanso, con toda la energía y la emoción del mundo por un lado, y la incertidumbre por el otro, el 26 de mayo inicié con mi caminata. Esa primera jornada a través de los Pirineos fue muy difícil, pues me sorprendió una escalofriante tormenta eléctrica apenas al kilómetro 13 del recorrido. Afortunadamente, después de 7 horas, y aunque empapado y muy cansado, logré llegar a Roncesvalles. Sería la primera de muchas jornadas maravillosas.

 

Fueron 33 días y poco más de 800 kilómetros en los que me llené de experiencias, muchos aprendizajes, y conocí a personas increíbles con las que entablé una relación de amistad que, hasta la fecha, sigue siendo continua y espero que así sea por muchos años más.

 

Ha sido, sin duda, uno de los mejores viajes de mi vida. Me marcó tanto que, al volver, decidí dejar constancia de todo lo que viví por aquellos mágicos lugares y escribí un libro con la crónica de mi andar por el Camino de Santiago. Fue así como surgió “Huellas: Un camino que lleva a Santiago”, y con el que espero llegar a muchas personas para motivarlos a realizar ese increíble peregrinar.

 

Sin duda, espero que ese no haya sido mi primer y último Camino. Tengo el deseo y, hasta cierto punto, la necesidad, de volver para recorrer otra de las rutas. Me encantaría hacer el Camino Portugués desde Lisboa y el Camino del Norte por toda la costa.

 

Creo firmemente que toda persona que en algún momento de su vida experimenta el Camino, lo deja marcado para siempre. Es un parteaguas; abre tus ojos y tu mente a una nueva forma de ver la vida. Ojalá muchas personas tuvieran la oportunidad de lanzarse a una aventura como esa.