Paul comenzó su vida laboral en el mundo de las telecomunicaciones, pero en torno al año 2000 cambió de vida. Sus hijos ya habían crecido y él y su mujer se divorciaron, fue un momento de muchos cambios. Comenzó una nueva vida trabajando con asociaciones y comunidades, aunque a veces si era necesario aceptaba cualquier tipo de trabajo. Cree que buscaba algo con lo que sentirse comprometido, un proyecto de vida, por esa razón en algunos casos se involucraba mucho en su trabajo, hasta el fondo, pero finalmente, después de uno o dos años acababa por cansarse y cambiar.

Durante ese período mantuvo una relación con una mujer francesa, estuvieron juntos durante tres años y todavía son muy amigos. Ella fue quien, cuando se separaron amistosamente en 2012, le recomendó que hiciese el Camino. No lo dudó, a los tres días de mantener esa conversación partió para España.

Su primer Camino fue el Francés. Caminó desde los Pirineos a Santiago y luego continuó hasta Fisterra, pero eso no fue todo, como los peregrinos del pasado decidió hacer el recorrido de vuelta caminando en sentido inverso, primero desde Fisterra a Santiago pero también desde Santiago a Bayona.

La experiencia le encantó, supo que quería regresar desde el primer momento. Sin embargo regresó a casa y pasó unos meses en Inglaterra, hasta que el año siguiente decidió regresar y recorrer la vía de la Plata desde Sevilla a Astorga, desde donde continuó por el Camino Francés hasta Santiago y, finalmente, completó una vez más el tramo entre Santiago y Fisterra.

Esta vez en Fisterra ocurrió algo. Encontró un albergue privado en el que pasar la noche y estuvo conversando con las propietarias, ellas, al saber que disponía de tiempo le preguntaron si quería quedase a ayudarles durante ese verano. Dijo que sí y finalmente permaneció en Fisterra un par de meses.

Regresó a Inglaterra a causa de una pensión que le correspondía por sus años de trabajo y de la que sólo puede disponer allí, pero lo que había aprendido es que también en el Camino hay posibilidades de trabajar y de vivir con poco dinero, por lo que esta vez viajo a Inglaterra de visita, sabiendo que regresaría para intentar vivir en España. Lo hizo, regresó a Fisterra y pasó allí 14 meses, un tiempo en el que la Costa da Morte gallega se convirtió en un nuevo hogar para él, ya que hizo amigos en Fisterre, Muxía y cerca de Vimianzo, donde suele pasar todos los inviernos desde entonces.

En los últimos años apenas va a Inglaterra, simplemente una breve visita al año solamente. El resto del tiempo vive entre el Camino y la Costa da Morte, trabajando en diversos lugares como hospitalero. Ha sido hospitalero en Sahagún, en León, en Grado, pero también ha estado en los emblemáticos albergues de Jato y de Tomás. Le gusta ese mundo y que personas como Jato y Tomás estén presentes en el Camino, personas que tras su larga experiencia en el Camino siempre están dispuestas a echar una mano a quien lo necesite.

Cree que en el Camino ha encontrado una vida, su vida finalmente, aquel proyecto que siempre buscaba y nunca encontraba. Ha encontrado amigos, una red de contactos y lugares de la que se siente parte. Siempre había estado buscando algo que no acababa de encontrar y ahora, en el Camino, finalmente lo ha encontrado: algo con lo que comprometerse, un proyecto de vida. Ahora sabe lo que quiere, dónde y cómo quiere vivir, y eso le permite hacer proyectos de futuro. El Camino le ha dado más que una vida, le ha dado un futuro, por no haber encontrado su lugar nunca antes había sentido que tenía un futuro y ahora lo tiene.