La iglesia de Santa Susana se alza en un lugar de excepción de la ciudad: en el centro de la carballeira (robledal) que corona el parque de la Alameda, un lugar con vistas privilegiadas sobre la catedral en el que probablemente existió un castro. No es extraña una ubicación tan destacada para la iglesia dedicada a Santa Susana, pues durante siglos la santa compartió con Santiago el patronazgo de la ciudad de Compostela.

Originariamente en ese lugar se habría erigido una pequeña iglesia bajo la advocación de Todos los Santos, pasando su titularidad a Santa Susana en 1102, año en el que sus reliquias de llegaron a la ciudad tras uno de los capítulos más interesantes y misteriosos de la historia de Compostela: el robo de reliquias o “pio latrocinio”, realizado por orden del arzobispo Gelmírez en la diócesis de Braga.

Movido por su ambicioso proyecto de convertir la ciudad de Santiago en un importante centro de culto, el célebre arzobispo Gelmírez no habría dudado en enviar a sus hombres a hacerse con algunas de las reliquias más valiosas de Braga. De este modo, a comienzos del siglo XII, habrían llegado a la ciudad de Santiago no sólo las reliquias de Santa Susana, sino también de San Cucufate y San Silvestre, reliquias que sólo a finales del siglo XX fueron en parte devueltas a su sede original. Las reliquias confirieron a la pequeña iglesia una gran importancia en la Compostela del siglo XII, de la que da cuenta su inclusión entre las diez iglesias que cita el Códice Calixtino, en el que además se destaca “que está junto al Camino de Padrón”.

Poco después de la llegada de las reliquias, en 1105, la iglesia fue reformada, emprendiéndose una reforma de la que resultaría una extraordinaria arquitectura románica. La iglesia actual apenas conserva trazas de aquella fábrica medieval: algunos fragmentos y elementos decorativos como la portada principal, la fantástica serie de modillones o canecillos figurados que soportan la cornisa de la cubierta, un ventanal y la magnífica cruz -ésta ya gótica- que corona su fachada principal.

Respecto a la santa que protagonista de esta antigua historia, Santa Susana fue una de las conocidas como “santas mártires romanas”, hija única de un sacerdote romano llamado Gavania y parte de la familia del emperador Diocleciano (284-305). Susana habría sido educada como cristiana, si bien se habría dedicado también al estudio de las ciencias, siendo el origen de todos sus infortunios su rechazo a contraer matrimonio con el futuro emperador Galerio, una propuesta de Diocleciano, quien habría tratado de convencerla por diversos medios. Las leyendas nos cuentan, además, que también el hijo el emperador, Maximiliano, habría tratado de seducir a Susana sin fortuna. Ante todos estos sucesos, Diocleciano habría enviado a casa de la santa a un torturador con el fin de que obligarla a rendir culto a un ídolo, pero tampoco esta vía habría funcionado, de modo que finalmente Diocleciano habría ordenado que fuese despedazada con una espada.