Los viejos bordones no han muerto, todo lo contrario: el Camino está más lleno que nunca de variedad de bastones de senderismo o telescópicos. Sin embargo, todavía hoy existe una polémica en torno a su uso, por un lado, algunos afirman que su uso no cambia nada en el Camino, por otro existen defensores del bordón tradicional y otros de los modernos bastones de senderismo o telescópicos. Nos acercamos un poco al tema.

El primer sí para su uso nos lo da la historia: durante siglos el bordón -vara de madera- acompañó al peregrino como arma de defensa contra animales agresivos, todo tipo de maleantes y ladrones y, ciertamente, con la función práctica de ayudar al peregrino en su caminar. El bordón como sostén del peregrino fue visto como su tercer apoyo, un tercer pie o pierna del peregrino que en tiempos más simbólicos permitía conferirle un valor religioso, trinitario.

Hoy día nos interesa particularmente la función del bordón y los bastones para ayudar al peregrino a caminar: ¿Son útiles? Si atendemos a la mayoría de los peregrinos experimentados, la respuesta es sí. Definitivamente el bordón o bastón sigue teniendo una función importante para ayudar al peregrino en su Camino, si bien es cierto muchos peregrinos dicen no utilizarlos y recorrer igualmente bien su Camino.

Por un lado, es innegable su papel de apoyo y descarga. Según especialistas del mundo de la montaña y el senderismo, los bastones pueden ayudar al caminante a descargar entre un 20% y un 30% el esfuerzo de sus piernas, contribuyendo así a repartir mejor su esfuerzo sobre todo el cuerpo, pasando parte de él a los brazos y la espalda y permitiendo un mayor descanso a pies, tobillos y rodillas.

El uso del bordón o bastón resultaría útil en cualquier etapa. Por el efecto de descarga del que hemos hablado, es muy recomendable cuando el peregrino debe recorrer largas distancias, está cansado o sufre alguna lesión leve, los bastones le ofrecerá un apoyo extra que le permitirá reducir esfuerzo y cansancio.

Por otro lado, el apoyo de un bordón o bastón es particularmente recomendable en los descensos, en etapas con descensos o cuestas prolongadas o muy acusadas, sobre todo cuando el terreno es irregular y no asfaltado (piedras, gravilla, tierra, etc.). En esas condiciones los bastones contribuyen a evitar lesiones, al ayudar al peregrino a no forzar o frenar demasiado, caminar de forma más cómoda y evitar consecuencias no deseables, sobre todo en las rodillas. Y, ciertamente, son de ayuda en las subidas, si bien allí más que para evitar lesiones, sirven como apoyo y ayuda para impulsarse y acometer el esfuerzo necesario.

Asimismo, aunque los animales y maleantes han dejado de ser la amenaza frecuente de otros siglos, siempre es posible encontrarse con un perro suelto o una pequeña serpiente que -aunque en general no presenten un riesgo- puedan requerir el uso del bastón para apartarlos del Camino.

Entre las desventajas de su uso, sólo podemos citar una: el hecho mismo de tener que transportarlos, sobre todo si se trata de un bordón tradicional, de madera, que no puede ser plegado como los bastones de senderismo. En cualquier caso, los bastones que suelen llevar hoy los peregrinos son muy ligeros, pueden plegarse y colgarse en el exterior de la mochila.