Hace unos 8 o 9 años estaba escuchando la radio cuando sintió una música que le gustó mucho, se preguntó qué sería y al terminar supo que se trataba de un violinista que había grabado un disco sobre el Camino. Oliver Schroer fue un violinista canadiense que en 2004 recorrió el Camino tocando su música y grabándola en diferentes iglesias (falleció en 2008). Joanne decidió entonces que quería hacer el Camino, pero su hija era todavía demasiado pequeña para dejarla en casa y decidió que tendría esperar. Finalmente, en 2012 hizo el Camino y también en 2015.

Comenzó su primer Camino en Saint-Jean-Pied-de-Port, en el mes de mayo. No se preparó, caminaba, pero en realidad llegó al Camino sin apenas preparación, sola y sin preparación, estaba asustada pero fue. Tenía 35 días para recorrerlo y lo logró, llegó a Santiago y al día siguiente tenía su vuelo. Tuvo algunos problemas con sus pies, pero nada que la obligase a pararse, siguió adelante cada día. Eso sí, a lo largo del Camino encontró a mucha gente que la ayudó y que, ahora cree, hizo posible su Camino.

Mientras estaba caminando siempre pensaba: ¡nunca más haré esto! Pero cuando estaba volando a casa ya estaba pensando que quería volver. En realidad en el Camino estuvo encantada, era consciente todo el tiempo de que lo que vivía era nuevo, cada cosa, cada momento eran nuevos, irrepetibles.

Caminó a sola y con otros, más o menos la mitad del tiempo a solas y la mitad con otros. Al inicio de la mañana le gustaba caminar sola y luego, a medida que avanzaba el día, iba integrándose con la gente. Las noches eran decididamente para estar con los otros y hablar.

Respecto a los alojamientos, durmió en albergues el setenta y cinco por ciento del tiempo, pero conoció a alguien que tenía experiencia y conocía bien el Camino y cuando creía que el albergue no estaría bien iban a un hotel.

Conoció gente y no sintió miedo, pero tampoco cuando no conocía a nadie y avanzaba sola.

Le gustó sentirse en el presente y muchas pequeñas cosas, como la gratitud hacia las personas locales que le ayudaban, los peregrinos. Para ella la naturaleza no era una novedad, pero sí la historia y, respecto a la naturaleza, sintió un contacto especial con los sonidos, los olores, porque en el Camino eres muy perceptivo, estás despierto.

Su llegada a Santiago no tuvo un sentido religioso, pero sí el sentimiento de haberlo logrado y el reencuentro con un montón de amigos, fue muy emocionante. Pensó: si puedo hacer esto puedo hacer cualquier cosa. Era su primer viaje sola; tiene cuatro hijos y nunca antes había tenido la oportunidad de vivir algo así.

En 2015 recorrió de nuevo el Camino desde Saint-Jean-Pied-de-Port, en esta ocasión quería estar sola, más sola, quería que el Camino fuese más suyo, y menos una experiencia social. Encontró lo que quería, un par de veces personas caminaron con ella, pero siempre encontró un modo de seguir sola. Le gusta el otoño, lo comenzó en septiembre y le gustó. Fue un tiempo de más reflexión. Lo necesitaba y lo encontró.

También esta vez pensó que no volvería al Camino, pero una vez en casa supo que regresaría. El año pasado comentó en su casa que volvería al Camino y su hija de 22 años dijo que quería hacerlo con ella. Empezaron el año pasado en Saint-Jean-Pied-de-Port pero tuvieron que parar en Logroño por problemas de salud en su familia. Este año han regresado y han caminado desde Logroño.

Para su hija físicamente no fue difícil, pero tuvo que enfrentar otro tipo de problemas, también cosas buenas… encontró a un chico… Lo cierto es que su hija está feliz con la experiencia, finalmente también ella puede tener su propia experiencia y comprender por sí misma lo que es el Camino.

Caminar con su hija ha sido una experiencia importante, las dos estaban muy cerca ya antes, pero el Camino fue una buena experiencia. Este año Joane tuvo algunos problemas con su pie, pero aunque no caminara la acompañaba. Ahora, una vez en Santiago, se encuentra con que, como siempre, ve y dice a su hija las cosas que no le gustaron, como si no fuese a volver al Camino… pero ya sabe que eso no ocurrirá, de hecho cree que tal vez hará el Camino Portugués o tal vez caminará desde Le Puy a SJPDP.

Cree que en el Camino se produce un cambio, un cambio interior, del alma, y cree que tiene que ver con la gente. En el Camino crees en la paz, en la posibilidad de que exista la paz en el mundo, gracias a lo que allí ves y vives. También ves cómo la gente, lo otros, cambian y se vuelven más humilde a lo largo del Camino, lo vio por ejemplo con muchos peregrinos que al inicio del Camino eran demasiado confiados pero que terminaban como los demás, con calma, humildad. El Camino es una lección de humanidad.

Tras la experiencia del Camino hay más gratitud y más apertura hacia los demás. En el Camino ella se siente un poco más abierta hacia los otros. También entra en las iglesias, le gusta el ambiente y está abierta a ello, pero no es parte de ese mundo religioso y su hija es muy escéptica; no obstante, en este Camino encontraron a una pequeña monja en una capilla antes de Hontanas que las emocionó, el ambiente y aquella mujer les produjo una emoción especial.

Para terminar recuerda algo: la gente con frecuencia me pregunta por qué voy al Camino y yo siempre pienso “no lo sé”, pero entonces pienso un poco y finalmente lo que respondo es: “Si supiera por qué voy, probablemente no necesitaría volver al Camino”.