Domenico Laffi fue un clérigo italiano originario de la ciudad de Bolonia del siglo XVII, peregrino a Compostela en varias ocasiones y autor de un extraordinario relato de peregrinación publicado y reeditado en numerosas ocasiones a lo largo de los siglos.

A través de sus relatos, sabemos que Laffi peregrinó a Santiago, al menos, en cuatro ocasiones: en los años 1666, 1670, 1673 y 1691. Sería con ocasión de su segunda peregrinación cuando decidió escribir su detallado itinerario bajo el título Viaggio in Ponente a San Giacomo di Galitia e Finisterre per Francia e Spagna, publicado por primera vez en Italia en 1673. A través de su relato conocemos lo que los peregrinos de entonces -y podríamos decir también de los siglos anteriores- solían hacer a lo largo del Camino: su particular Visitandum Est , es decir, cómo seguían un itinerario trazado a partir de la visita a ciudades y santuarios, marcado por la existencia de infraestructura de acogida y la presencia de reliquias, cultos y devociones. En el caso concreto de Laffi, su larga peregrinación hacia el poniente le llevó a recorrer las tierras de Italia, Francia, España y Portugal.

Laffi fue peregrino del siglo XVII, un tiempo en el que, las guerras, las pestes y los cismas religiosos, habían llevado al Camino de Santiago a una cierta decadencia. Su primera peregrinación se inició en 1670, en la ciudad de Bolonia, y la emprendió junto al pintor y amigo personal Domenico Codici. Seguían la estela de muchos italianos –pues los nacionales de este país jamás habían dejado de peregrinar a Compostela- y querían visitar la tumba del Apóstol Santiago, que los italianos vincularon siempre en sus relatos al occidente o poniente, al Finisterre donde el sol tramonta.

El relato de la peregrinación de Laffi es clave porque se convirtió en el itinerario clásico que durante los siglos posteriores siguieron la mayor parte de sus compatriotas: atravesando Italia y parte de Francia a través de la Vía Francígena de peregrinación a Roma -vía transitada a lo largo de los siglos por peregrinos, comerciantes y cruzados- y recorriendo después parte de la Vía de Arles o Tolosana del Camino de Santiago y el Camino Francés hasta Compostela y, todavía, el continuando desde la ciudad del Apóstol hasta Fisterra.

Siguiendo en la medida de lo posible la vía Francígena, Laffi y Codici ascendieron desde Bolonia hasta Parma, Piacenza y Milán. Continuaron después a través de Francia, desplazándose a visitar Aviñón para después, en Nimes,  incorporarse a la Vía Tolosana, uno de los cuatro grandes itinerarios franceses del Camino de Santiago. A través de esa vía compostelana los peregrinos continuaron su viaje pasando por Carcasona y atravesaron los Pirineros por el ramal navarro de Roncesvalles, que prefirieron al por entonces igualmente conocido ramal aragonés de Somport. Desde Roncesvalles, Laffi y su compañero avanzaron por el itinerario clásico del Camino Francés, tal y como aparece recogido en el quinto libro del Códice Calixtino.

El extraordinario relato de Laffi ofrece múltiples anotaciones sobre todo lo que encontró en sus peregrinaciones: refiere la importancia de los encuentros con otros peregrinos, cómo agruparse entre ellos era un recurso para salvar los peligros del Camino; recuerda las dificultades y problemas a los que se enfrentaba el peregrino, desde conseguir alojamiento y comida a los bandidos y enfermedades; denuncia los abusos de los posaderos, pero también agradece su buen servicio y atenciones recibidas; describe los paisajes, pueblos y ciudades que atraviesa; y como un etnógrafo o antropólogo apunta conductas, vestimentas, costumbres, tradiciones, bailes, juegos, rituales y liturgias. Entre estos últimos intereses citados, queremos destacar las  descripciones y notas de Laffi sobre Carlomagno, el obispo Turpín y las numerosas leyendas y tradiciones ligadas a Orlando y Roldán; también su descripción de los milagros más célebres del Camino, como el del peregrino ahorcado o del gallo y la gallina en Santo Domingo de la Calzada y el célebre milagro eucarístico de O Cebreiro.

Su llegada a Santiago nos interesa espacialmente por contener una de las mejores descripciones de la inmensa emoción que los peregrinos vivían al llegar al Monte do Gozo, cuando desde allí divisaban por primera vez la ciudad y torres de la catedral: “Descubrimos el tan suspirado y gritado Santiago, distante cerca de media legua, descubierto súbitamente, postrándonos de rodillas, y por la gran alegría cayeron de los ojos las lágrimas, y comenzamos a cantar el Te Deum; pero dichos dos o tres versillos, y no más, pues no podíamos pronunciar palabra por las muchas lágrimas que abundantes salían de los ojos con tal compasión que el corazón se estremecía y los continuos sollozos hicieron cesar el canto”.

En fin, a él debemos una rica descripción de la ciudad de Santiago y los rituales que entonces se practicaban en la catedral, entre ellos el abrazo al Apóstol, así como otras muchas festividades religiosas que la ciudad celebraba, como una procesión en honor a la reina peregrina Santa Isabel de Portugal. Tras días en Compostela, ciudad a la que se refiere como “hermosa y grande”, Laffi y su compañero continuaron Camino a Fisterra y completaron su periplo jacobeo visitando la villa de Padrón, que a lo largo de los siglos fue reconocida por los peregrinos como lugar jacobeo.

Tras este periplo, en su regreso a Italia Laffi realizó numerosos desvíos que, más que a la devoción, parecen apuntar a su inagotable curiosidad y espíritu de aventura: visitó las principales ciudades de España, como Madrid y Barcelona, ciudad esta última desde la que retornó a su casa.

Laffi peregrinó a Santiago en cuatro ocasiones, pero también cumplió otras peregrinaciones, dejando escritos relatos de las que realizó a Jerusalén y Lisboa. Nos interesa especialmente su peregrinación a Lisboa, realizada en 1691 desde Santiago, tras completar su cuarto Camino, con el fin de conocer la cuna de San Antonio de Padua, un santo franciscano que vivió y falleció en Italia pero nacido en la capital portuguesa. El recorrido elegido por Laffi para descender a Lisboa fue el itinerario histórico del Camino Portugués, la vía de peregrinación que actualmente conocemos como Camino Central Portugués.

Los relatos de peregrinación de Laffi fueron impresos en varias ocasiones, alcanzando un gran éxito en vida del propio autor y convirtiéndose en referencia clásica para muchos peregrinos italianos, hasta el punto que fue el Viaggio a Poniente el texto utilizado por Paolo Caucci von Saucken en los años 1960/70,  cuando comenzó a peregrinar y estudiar un Camino que renacería pocos años después.