El Camino Norte es la ruta de peregrinación que bordea la Cornisa Cantábrica, se trata de una ruta de peregrinación terrestre pero también marítima, ya que muchos peregrinos hicieron el Camino en nave haciendo escala o desembarcando en alguno de sus puertos. Naves procedentes de países del norte de Europa o de Francia, cuyo territorio fue difícilmente transitable durante siglos a causa de guerras y conflictos como la Guerra de los Cien Años.
Para establecer el trazado de una ruta de peregrinación es decisiva la existencia de redes hospitalarias, antiguas calzadas o caminos históricos, pero, sobre todo, desde el Códice Calixtino son propios peregrinos quienes nos cuentan por donde pasaban. Los diarios y relatos de viajeros y peregrinos son la base principal para defender el paso de una ruta de peregrinación por un territorio. En el Camino Norte se conservan textos de entre los siglos XV y XIX, siendo algunos de los más conocidos los del flamenco señor de Montigny (1502), el inglés Robert Langton Clerke (1511), el polaco Jackub Sobieski (1611), el austríaco Christoph Gunzinguer (1654-55) o el francés Guillermo Manier (1726).
La vitalidad actual de esta ruta, también conocida como Transcantábrica o Camino de la Costa, se apoya en los esfuerzos de numerosas asociaciones de peregrinos y estudios, que como los de Arturo Soria Puig que defendió el paso por este Camino de peregrinos procedentes de cualquier puerto cantábrico, como los consolidados puertos de Castro, Laredo, Santander y San Vicente. Otro vestigio importante del paso de peregrinos son las huellas de un importante culto y devoción a Santiago: desde Guipúzcoa a Ribadeo abundan las iglesias y capillas dedicadas al Apóstol, quien además se convirtió en patrón de algunos de sus pueblos y ciudades como Bilbao, y desde el siglo X se conservan noticias sobre el paso de peregrinos procedentes de monasterios como los de Santoña, Santillana del Mar o Santo Toribio.
Otro aspecto fundamental de esta ruta es que, al igual que el Camino Primitivo, mantuvo una estrecha relación con la ciudad de Oviedo. Muchos de sus peregrinos llegaron a ella o se desviaron desde ella para poder su catedral de San Salvador en la que se custodia un extraordinario tesoro de reliquias, muchas de ellas vinculadas con la vida y pasión de Cristo. Según algunos especialistas, hasta un tercio de los peregrinos que han dejado noticias de su paso por el Camino Norte se desplazaron a visitar Oviedo. No es de extrañar, basta recordar que en aquellos tiempos de fe pocos peregrinos ignoraban la cuarteta asturiana: Quien va a Santiago / Y no al Salvador / Atiende al criado / Y olvida al Señor.
Pese a todo, la ausencia de una vía romana preexistente y de huellas de una red hospitalaria bien fornida, permiten pensar que la densidad de los peregrinos que recorrieron la ruta en otros siglos desde Irún fue bastante más baja que en el Camino Francés.