Kiyomi Doi es una antropóloga cultural japonesa especializada en peregrinaciones, que ha realizado una tesis doctoral sobre el Camino de Santiago y caminado 5.000 kilómetros como peregrina. Hemos estado con ella al final de su último Camino, en Santiago de Compostela, donde la entrevistamos sobre su trabajo y relación con el Camino.
¿Cómo llegaste al Camino de Santiago?
Fue hace más de un cuarto de siglo, cuando yo era estudiante de secundaria. Una noche mi madre estaba viendo un programa documental en la televisión, le pregunté: “¿Qué es eso?”. Ella respondió: “El Camino de Santiago”. Entonces seguí mirando el documental con ella… Me sorprendió el paisaje, la inmensidad de la Meseta con un único camino que la atraviesa. La cámara también enfocó a algunas personas, peregrinos que curaban las ampollas de otros peregrinos, un padre y un hijo que caminaban juntos sin apenas conversar, un peregrino canoso que se daba por vencido y tomaba un tren. Me impresionó mucho el hecho de que existiese un lugar así en la tierra y pensé cuánto desearía poder visitarlo. Pero en aquel momento me parecía imposible caminar cientos de kilómetros.
¿Qué peso tuvieron tus estudios académicos en tu decisión de acercarte al Camino?
No estoy segura de poder responder correctamente a su pregunta. La verdad es que todo lo he aprendido del Camino. El método de investigación que he adoptado es exponerme y sumergir todo mi cuerpo en el campo. Soy antropóloga cultural, por lo que siempre he tratado de ser fiel a las realidades vividas en el trabajo de campo. Lo que viví fue como si la Meseta se extendiera hasta el horizonte, gente que sigue caminando cada día por este suelo cada vez más ancho, peregrinos ayudándose unos a otros, el sonido rítmico de las conchas de las vieiras revoloteando sobre las mochilas. Por lo tanto, he investigado el Camino centrándome en las relaciones entre el cuerpo que camina y las realidades culturales y naturales, más que en los cambios sociales de las peregrinaciones modernas.
¿Cuál ha sido tu relación práctica con el Camino? ¿Has peregrinado o tenido experiencias como hospitalera?
He hecho el Camino muchas veces. He caminado más de 5000km en total. La primera vez caminé desde León, en 2007, luego partiendo de Saint-Jean-Pied-de-Port en 2008, de San Sebastián en 2009, etc… Recuerdo que cuando rencontré la flecha amarilla en 2011 me eché a llorar: ¡Por fin pude volver aquí! Porque el año anterior, no había podido caminar, ni siquiera podía ponerme de pie debido a la pérdida idiopática de líquido cefalorraquídeo. Ahora, en 2022, después de tener a mi hijo y sobrevivir a un linfoma y una fascitis necrosante, me he sentido agradecida de estar de vuelta en mi segundo hogar.
También pasé una fructífera etapa como hospitalera en Burgo Ranero, Bercianos y Logroño. Estoy agradecida a la asociación por haberme aceptado, hablo un castellano bastante pobre pero me dieron la posibilidad de ser voluntaria en esos albergues. Por cierto, no sabía que los españoles eran tan entusiastas de la limpieza. Mi casa ahora está más ordenada que antes gracias a las experiencias de voluntariado.
¿Han jugado un papel determinante en tu relación con el Camino los encuentros con peregrinos o especialistas en el Camino? ¿Qué personas te han acercado al Camino?
Todavía sigo en contacto con muchos de mis amigos del Camino, incluso los he visitado, y viceversa. Entre ellos Richard, de los Países Bajos, un psicoterapeuta jubilado a quien conocí en Saint Jean, ha sido mi mentor además de ser una figura paterna durante más de una década. Jesús, Kristien, Yago, Simon y yo tenemos también un compromiso familiar desde hace más de una década. Una pareja italiana de hospitaleros ha visitado mi casa en Japón. Por otro lado, en León tuve mucha suerte y me alegró tener la oportunidad de conocer a la Dra. Nancy Frey, cuyo libro “Historias de peregrinos” me introdujo al trabajo de campo relacionado con el Camino. En el Camino hay grandes encuentros, se establecen relaciones que continúan después en tu vida.
¿Qué has encontrado en el Camino?
Podría responder de una manera más espiritual o bien de forma más concreta y simple, pero permíteme hacerlo de otro modo más personal. El Camino me ha dado una sensación de arraigo y, a la vez, me ha dado un sentido de distancia y de dirección. Prefiero decir «me dio» que «encontré». Espero que me entiendas. En la vida cotidiana, tiendes a usar un cerebro que está lleno de ideas abstractas, das por sentada la proximidad y te mueves sin ningún sentido de dirección. Recorrer el Camino, caminar por él, me recuerda las cosas más básicas e importantes que afectan a mi forma de pensar.
Japón tiene una tradición de peregrinación importante, ¿ves similitudes y/o diferencias entre la peregrinación en Japón y el Camino de Santiago?
Hay varios caminos de peregrinación en Japón. Entre ellos, Shikoku Pilgrimage o Shikoku Henro es el más popular y distintivo. Las similitudes son los motivos y prácticas de la peregrinación. Hoy día la gente visita los 88 templos de Shikoku con una variedad de propósitos, como conocer a otras personas, practicar el ascetismo o superar las crisis de la mediana edad, aunque tradicionalmente ha sido una peregrinación budista que data del siglo VIII. Aunque los peregrinos no son tan numerosos como los del Camino de Santiago, hay muchos que lo recorren a pie visitando cada templo. Existe además la costumbre de los «osettai» o limosnas por parte de los vecinos, que animan a los peregrinos ofreciéndoles comida, dinero y, a veces, alojamiento temporal, constituye una versión de los hospitareros o la hospitalidad tradicional.
La diferencia obvia es la forma de la ruta. Mientras que el Camino se extiende en una dirección, el camino de peregrinación de Shikoku rodea una sola isla. Creo que recientemente Shikoku se ha vuelto más famoso en otros países, donde se ha presentado a través de programas de televisión.
¿Crees que el Camino de Santiago es muy conocido en Japón? ¿Qué crees que podría acercar el Camino a tu país?
Imagino que muchas personas interesadas en viajar al extranjero lo conocen y desean recorrerlo porque las guías de viaje, YouTube, programas de televisión y diarios de viaje lo van popularizando siempre más. Existe también una Asociación de Amigos del Camino en Japón, pero en estos años no está siendo fácil para los japoneses venir a España debido a la pandemia del COVID 19, la guerra y la caída del tipo de cambio del yen. En mi opinión, el Camino debería ser recorrido solo por aquellos que buscan un lugar como el Camino, en lugar de promocionarlo al público en general de Japón. Respecto al número, creo que se recuperarán las cifras y, en unos años, cientos de peregrinos japoneses harán el Camino tal y como lo hacían en la década de 2010.
¿Cuál es tu trabajo actual en relación con el Camino?
Después de obtener mi doctorado, ahora trabajo para una universidad como antropóloga cultural y profesora asociada. Mi interés reciente es comprender cómo ha cambiado el Camino con la llegada de las aplicaciones tecnológicas. Actualmente los peregrinos tienen menos oportunidades de perderse, soportar el dolor y encontrarse con otros. Personalmente creo que esto es decepcionante, lo es en términos del sentido de viaje, pero antropológicamente llama la atención sobre nuevos modos de «ritos de paso», sobre una simple repetición hasta el punto final. Tampoco se debe pasar por alto el “sobreturismo” o saturación turística del Camino Francés. Actualmente, estoy estudiando formas de limitar el daño al entorno social y natural.
¿Qué deseos o sueños en relación con el Camino de Santiago te quedan por cumplir?
¡Qué buena pregunta me hiciste! Mi sueño es, algún día, hacer el Camino (al estilo inglés tal vez) con mi familia. Como antropóloga cultural, cada vez que realizo mi investigación de campo tengo que dejar en casa a mi esposo, que trabaja en Japón, donde es notoriamente difícil disponer de vacaciones largas. Quiero hacer el Camino junto a él. Además, mi hija, que nació poco después de escribir mi tesis sobre el Camino (en japonés), lleva el nombre de mis experiencias en el Camino: su nombre es “Haruka”, que en japonés significa “buscando lugares remotos”. Quiero que nunca pierda el sentido de la exploración y que no se contente con lo fácil de entender. Algún día espero caminar y compartir su profundidad con mi hija en el Camino.