Soy holandesa, tengo 24 años y acabo de terminar mis estudios. Soy ciega, cuando nací podía ver un 10 por cien, pero sólo hasta los 6 años, ahora sólo puedo distinguir las diferencias entre luz y oscuridad. Practico deporte y me gusta caminar, por eso cuando tuve noticia del Camino de Santiago me pareció que era perfecto para mí y este momento, el final de mis estudios, me pareció muy importante para hacerlo.

Primero pensé en hacer el Camino Francés, pero después decidí hacer el portugués porque me preocupaba que estuviese demasiado lleno. Decidí el Portugués Central y no el de la costa porque pensé que en la costa haría más frío para ella y, sobre todo, para su perro.

Ante del Camino he hecho algún otro viaje sola, por ejemplo el año pasado fui a UK para practicar trekking, viajé también sola, pero el Camino era algo especial. Eso sí, emprendo mis viajes sabiendo que aunque vaya sola, sin otras personas, mi perro estará conmigo, no podría hacer nada sin mi perro, no es solo mi guía, me hace sentir a salvo y acompañada, es un amigo.

Al principio sentí miedo, el inicio fue difícil, estaba asustada. Alguien me fue a recoger al aeropuerto y me llevó al centro, pero yo me sentía muy asustada. En ese momento me pregunté si realmente quería hacerlo o no, y mi respuesta fue sí. Pero el momento de iniciar fue difícil, mi GPS no funcionaba… No, no fue un buen comienzo. Lo positivo fue que conseguía ayuda fácilmente, por ejemplo, para obtener mi primer sello en la catedral. Después de eso me senté en un café dos horas, preguntándome si debía seguir o no, mi respuesta era siempre sí, pero no conseguía comenzar.

Finalmente comencé y a lo largo de los primeros kilómetros, como después a lo largo de todo el Camino, encontré gente que me ayudó. Me ayudaron a comenzar, a cruzar el puente sobre el río, a avanzar un poco… Ese primer día sólo caminé 6 kilómetros.

El segundo día comencé más animada y todo fue mejor. Me sentía mucho más confiada. La gente, los peregrinos, me decía “buen Camino” y me ayudaban a seguir adelante. Ese día recorrí 17 km y luego comencé a caminar unos 20 o a veces más… Siempre que podía dormía en albergues, donde nunca tuve problemas por mi perro. Es cierto, dormí en albergues casi siempre y sin problemas.

Respecto al modo de caminar, también el primer día fue el más difícil. Al comienzo me sentía mal y me perdía todo el tiempo, llegué a creer que sería imposible llegar así a Santiago, pero poco a poco las cosas mejoraban, cada día se sentía más y más  confiada, sabía que los peregrinos me avisarían de lo que necesitase saber, me decía: por allí no, o mejor por ahí, sí, por allí vas bien…

Mi mochila es muy pesada porque tenía miedo de que mi perro no fuese aceptado en algún lugar para dormir y llevaba una tienda. Además llevaba también la comida de mi perro, que no siempre podía comprar en los lugares por donde pasábamos… Pero a pesar del peso me sentí bien, sólo al final, los últimos cuatro días, sentí un poco de dolor de rodillas, pero creo que fue más a causa de los desniveles que de la mochila.

He hecho muchos amigos en el Camino. Me gusta hacer las cosas por mi cuenta, pero encontré gente increíble, un grupo de italianos, y empecé a caminar con ellos. Yo me perdía muchas veces, incluso en bosques, pero siempre aparecía gente que me conocía, amigos de ese grupo de italianos que me llamaban por mi nombre, me reconocían y venían o me llamaban cuando estaba parada descansando o en un café…

Realmente ellos han sido un grupo de amigos, la mayoría han regresado ya a Italia, pero todavía está aquí en Santiago Vincenzo. Ha sido increíble, porque he caminado algunos días con ellos pero me siento como si fuesen amigos desde hace años. Y es que caminábamos juntos durante varias horas al día hablando de cosas importantes, por eso la relación que se crea es muy especial.

Cuando comencé mi Camino no pensaba en tratar de ayudar o animar a nadie con mi experiencia, lo hacía por y para mí, para demostrarme algo a mí misma. Pero a lo largo del Camino la gente que encontraba me decía que yo les inspiraba, que debía de difundir esta experiencia para ayudar a otros a superar sus miedos. Yo no había pensado para nada en eso, incluso había sentido mucho miedo al inicio, pero después me di cuenta de que era verdad, que tal vez podría servir como ejemplo para convencer a la gente de que, si tienes confianza en ti mismo, todo es posible. Sí, creo que sólo es necesaria esa confianza en ti y en los otros, en el hecho de que los otros te ayudarán.

No tienes que tener miedo ni pensar que ocurrirán cosas negativas. Mi experiencia es esa, que puedes fiarte siempre de alguien. En realidad es la experiencia de mi vida: que puedo fiarme de mi perro y de otra gente. Siempre he tenido experiencias positivas con la gente, ciertamente no todos son iguales ni te ayudan, pero siempre hay alguien que lo hace, por eso creo que puedes avanzar con confianza.

Creo que es importante mi relación con mi perro, el actual lo tengo desde hace 6 años y nuestra relación es profunda, nos conocemos, no podría emprender una aventura como esta con un perro nuevo o desconocido, pero con él sí, nos conocemos bien.

De mi Camino ha surgido un deseo nuevo, el de colaborar con instituciones o con asociaciones de peregrinos para difundir mi experiencia y ayudar a otros peregrinos. Cuando regrese a casa contactaré con la asociación de mi país, pero también con otras sensibles como la inglesa, la americana o la federación española. Quiero transmitir lo positiva que ha sido esta experiencia y la confianza que he sentido.